El Chavo... fue sin querer queriendo
Había que apurar el mate cocido con tortillas al regreso de la escuela; o acelerar la confección de los deberes si uno iba a clases a la mañana. No vaya a ser cosa que se perdiera siquiera un detalle del programa de televisión que allá en los '70 mantenía a todo el mundo -primero a los chicos, después a la familia-, pegado a la pantalla.
Tiempos de TV por aire y de Canal 10 como única opción en Tucumán, de aparato en blanco y negro y alguno que otro en colores. Sea como sea, las tardecitas eran de “El Chavo”. Y aquí no vuela una mosca.
Quién sabe qué secreto conjuro tenía la serie. Escenografía simple, personajes comunes y simpáticos, chistes y gags repetidos y siempre efectivos. Lo cierto es que la serie, “sin querer queriendo”, se fue convirtiendo en ciclo de culto y hasta formador de lenguaje. Los , “vámonos tesoro, no te juntes con esa chusma”, “tenía que ser el chavo del ocho”, “bueno pero no se enoje”, “pero no gusta pasar a tomar una tacita de café; no será mucha molestia; pase usted; después de usted”, “fíjate, fíjate, fíjate”, “¡Cállate, cállate, cállate que me desespeeeeras!” y varias otras frases se hicieron de uso común en los juegos infantiles.
Y así como a través de la pantalla la pasión de multitudes fue creciendo, también se agigantó la expectativa por conocer en persona a los actores. Como si un genio hubiera frotado la lámpara, los tucumanos pudieron ver cómo un extremadamente tórrido 4 de diciembre de 1980, en un vuelo de Aerolíneas Argentinas procedente de Bahía Blanca que aterrizó a las 15.35 en el viejo aeropuerto del parque 9 de Julio, el deseo fue concedido.
Dice la crónica de LA GACETA del 5 de diciembre que el primero en bajar de la nave fue Edgar Vivar, es decir “El Señor Barriga”. O “Ñoño”, como se prefiera. Y que segundos después apareció la querible figura de Rubén Aguirre, “El Profesor Jirafales”. “Mientras los dos avanzaban hacia el ómnibus, estacionado en otro sector del aeropuerto, el público invadió el parquizado para correr a su encuentro y pedir los primeros autógrafos de la infinidad que los actores repartieron toda la tarde”, se escribió.
Pero faltaba el plato fuerte. “Mientras los dos pioneros ascendían por fin al ómnibus, apareció sobre la escalerilla el propio Roberto Gómez Bolaños (“El Chavo”), antecedido de Florinda Meza (“Doña Florinda”), lo que motivó una nueva avalancha de la gente hacia estos dos ídolos, quienes se vieron obligados a subir nuevamente a la escalerilla, desde donde repartían besos y autógrafos”, se publicó.
La fiebre de las masas tucumanos llevó a Florinda Meza a exclamar: “pobrecitos, se van a machucar”. Y más tarde, cuando por fin de habían subido al bus, dijo más reflexiva: “esto ocurre en todos los lugares donde vamos. Y es mejor que sea así. El día que las cosas sean de otra manera, querrá decir que nosotros ya no somos los mismos”.
La troupe del “chavito” se completó con la inefable Antonieta de las Nieves (“La Chilindrina”) y Angelines Fernández (“La Bruja del 71”).
Cuenta la crónica que a todos los llevaron a conocer el parque y luego, por pedido especial de los visitantes, fueron el hospital de Niños, para llevar presentes a los pequeños internados.
También se escribió que durante el recorrido, la gente no paró de pedirles besos, saludos, autógrafos y que dijeran las típicas muletillas del programa. “Jirafales” lanzaba a cada tanto su característico “¡ta, ta, ta!” y el “Chavo” apelaba a su “¡eso, eso, eso!” para satisfacer a todos. Y una anécdota increíble para el final: a Angelines Fernández, una enfermera del hospital no la reconoció. “Pero si yo soy del grupo. Soy la bruja” le dijo la actriz. Cerró su crónica LA GACETA: “la joven le abrió el paso, temerosa”. “Se me chispoteó”, habrá pensado.
Hubo dos visitas
1) Durante su primera visita, los actores de “El Chavo” se presentaron en la noche del 5 de diciembre en el estadio de Atlético Tucumán. Allí no sólo protagonizaron los sketches de ese programa en la vecindad y en la clase de “Jirafales”. El tercer número fue una aventura del también popular “El Chapulín Colorado”. compuesto por el mismo Gómez Bolaños.
2) En diciembre de 1987, otra vez la troupe de Gómez Bolaños visitó Tucumán para ofrecer un espectáculo similar al de ocho años antes. Esta vez los actores se presentaron en la cancha de Central Norte y de los visitantes originales no estuvieron ni Edgar Vivar ni María Antonieta de las Nieves. A cambio, vinieron otros que también participaron del ciclo.